tag:blogger.com,1999:blog-53265222336433000452023-11-15T10:07:09.581-08:00CuentacuentosLos sueños son pesadillas inmadurasAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.comBlogger17125tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-39814495103564828922014-02-25T14:37:00.001-08:002014-02-25T14:37:05.045-08:00El esqueleto de una musaQue es la tragedia mi existencia<br />
que es Melpómene mi musa,<br />
apenas musa<br />
y apenas miseria de condena,<br />
que es la nada mi pluma,<br />
que es el ser mi tinta.<br />
<br />
Babosas lágrimas de un cuervo<br />
y azules cadenas ocultas<br />
bajo la máscara de la musa,<br />
apenas musa<br />
y apenas recuerdo del esqueleto,<br />
que solloza y suplica,<br />
labio contra labio,<br />
por su aterradora libertad.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-49163199253923897822014-02-13T14:13:00.001-08:002014-02-15T05:36:48.245-08:00Tiempo marchito<div class="MsoNormal">
Surgen columnas de pórfido<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Del abismal mar sombrío<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y se elevan baldosas de mármol<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Que crean un camino<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El color lo ha abandonado todo,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
La fragancia ha desaparecido,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Tan solo el blanco de los lirios<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y el negro del océano<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Aún no han perecido<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Las azucenas florecen en las puertas<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y la máscara del bufón sonríe<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Invitándome a averiguar<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Lo que hay detrás de ellas<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
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Esperanzas marchitas y flores pisoteadas,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Lloros de viuda y cantos de sirena,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Un reloj de ébano que hace tic-tac</div>
<div class="MsoNormal">
Y mi propia cabeza sobre un altar<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-49095752169473936462014-02-04T09:18:00.000-08:002014-02-15T05:56:22.013-08:00Nube de barro<div class="MsoNormal">
Luces carmesí de morboso espectáculo<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Exhiben el cieno que de sus cuerpos escapa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Cortinas purpúreas esconden torres de lluvia<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y pétalos de orquídea caen con cada gota.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
La luna de melocotón ensombrecida<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Entona una triste canción azul<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Que a los gatos hace llorar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Oboes gimen dentro del vientre de una nuez,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Figurillas de papel posan ante un espejo<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Vestidas con sedas y encajes viejos<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y un corazón jura que daría una gota de sangre<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Por una gota de vino.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Vierten tinta sobre el río gris<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Los cuervos de erizado plumaje<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y columnas de mariposas huyen del desastre<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Como destellos de belleza desaparecen de un retrato.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Edificios de barro hunden sus manos en el cielo,<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Sus ojos ríen y el conejo observa<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Los penosos libros que en cenizas se convierten.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
El cuentacuentos prepara el funeral<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
De las desdichadas obras<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Y el reloj contempla el cieno</div>
<div class="MsoNormal">
Que de sus cuerpos escapa.<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-70251080742448700972014-02-01T03:40:00.002-08:002014-02-25T14:07:13.359-08:00La Terrible Lamia<div class="MsoNormal">
No fue un viaje agradable. Las gentes con las que me había
encontrado, envueltas en ropas grises, sostenían una mirada melancólica y vacía
y apenas intercambiaban palabras entre ellas. El paisaje era monótono y daba
una sensación de simetría que me oprimía el corazón. El lago de terrorífica
claridad dibujaba en él de forma exacta un castillo de terribles proporciones.
Comenzaron a caer gotas negras del cielo. Se desató una tormenta. Los truenos
sacudieron el silencio, el viento se arremolinó como una feroz bestia y los
cuervos graznaron de forma incesante. Decidí entrar al viejo palacio y
resguardarme allí de la tempestad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Un hombre muy anciano o, quizás, muy joven, me abrió la
puerta y me permitió entrar. El interior estaba repleto de fastuosas reliquias.
De las paredes colgaban multitud de retratos, de los que supuse habían sido
miembros de su familia, y del techo pendía una lámpara de araña que la ráfaga
de viento comenzó a balancear. El señor me sentó en un inmenso comedor y me
ofreció algo de sopa caliente. Mientras la tomaba, observé su rostro por el
rabillo del ojo. Era extraño. Su piel era como el marfil y ni una sola arruga
había osado aparecer en su sereno semblante, a pesar de que hubiese algo en él
que me sugería vejez. Esbozaba una tímida sonrisa mientras esperaba a que
terminase. A continuación, me enseñó un dormitorio y me aseguró que podría
pasar la noche en su hogar. Antes de cerrar la puerta y casi como en un íntimo murmullo,
me advirtió que tuviera cuidado con su hija.<o:p></o:p><br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Mis sueños fueron acechados por horrores monstruosos,
carentes de forma o sentido. Me desperté en mitad de la noche empapado en
sudor. Mi mente estaba asustada de cada sombra, cada rincón y de cada contorno.
Eran miedos que nunca antes había experimentado y criaturas que nunca antes
había imaginado. Parecía que las paredes se acercaban hacia mí, deslizándose de
sus puestos como unos silenciosos reptiles. El techo ya me apretaba el cráneo
cuando logré salir de la habitación.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Al final del pasillo vi una luz cálida y anaranjada que se
filtraba por debajo de la puerta del salón. Me dirigí hacia ella. Allí me
encontré con mi anfitrión, que leía un libro con una mirada ausente. No pareció
notar mi presencia, porque mantuvo los glaucos ojos fijos en la lectura.
Tampoco se inmutó cuando le saludé. Era como si no pudiera verme u oírme.
Permanecí un rato observando. No pasaba las páginas del libro y tampoco
parpadeaba, sin embargo, continuaba respirando. Supuse que dormía con los ojos
abiertos y me alejé de él.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Continué vagando hasta que di con un jardín interior. Era un
lugar íntimo, decorado con lirios, orquídeas y rosas de distintos colores,
desde donde se podía contemplar el cielo y las estrellas sin que las luces de
la ciudad molestasen. El aire estaba impregnado de un perfume delicioso. Podía
sentir la frescura de un rocío invisible en la punta de mis dedos. En el estanque
se reflejaba la luna gibosa y en sus aguas se bañaba una mujer. Creí reconocer
en sus ojos el mismo brillo que en los del anciano, pero estos eran más verdes
y delataban una inocencia mesmerizante. Al instante caí bajo su hechizo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
La mañana siguiente insistió en que me quedara para el
desayuno o, al menos, hasta que dejase de llover. Yo accedí encantado,
esperando poder ver a su hija una vez más. El anciano señor decía estar agradecido
de tener algo de compañía y alguien con quien poder charlar. Cuando hube
terminado mi comida nos movimos hasta el salón donde guardaba su colección de
libros y antiguos manuscritos. Estaba entusiasmado por mostrarme su edición del
Necronomicón traducida al latín. Allí nos encontramos con su hija, quien leía
un librillo en voz baja, como para sí misma, junto a una gigantesca librería.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
-Adoro que me dediquen poemas tan bellos-dijo al
vernos entrar. Su padre frunció el ceño, muy molesto por algún motivo. Antes de
que él pudiera decir nada le pregunté por el título de dicho poema.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
-La Terrible Lamia-contestó ella, sonriente. Había algo aterrador en ella, algo que solo la hacía más tentadora. Era como la boca de un abismo que su mera visión te incitase al suicidio. Colocó de nuevo el libro en la
estantería y le preguntó a su padre si nos permitiría pasear alrededor del
castillo ahora que la lluvia había cesado. Él aceptó de muy mala gana y, con un
gesto airado, salió de la habitación.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Afuera se podía respirar mejor que en aquel polvoriento
cuarto y ningún cuadro podría seguirme con sus ojos. Todo, incluso las flores,
olía a tierra húmeda. No obstante, un olor distinto me inquietaba, como la podredumbre de un cadáver o sangre corrompida y seca. Continuamos
caminando por un camino que daba a una granja y unos cultivos de trigo. Nos detuvimos junto a un lago y contemplamos el tenebroso cuadro de ángeles caídos, de seres ya esclavos de la nada. Todas
las personas con las que nos topamos saludaron a Lamia, aunque había algo en sus
rostros que me llenaba de tristeza, especialmente el de los niños, que parecía
que su juventud les había sido arrebatada. De pronto, un escalofrío recorrió mi espalda y noté que me
llamaban. Sentía dos manos de nieve estrujar mi cuello, notaba que me sacaban el corazón a través de la garganta y yo rezaba, suplicaba y articulaba sonidos ininteligibles. Mi cuerpo se movía. Vi un espejo y creí escuchar un chapoteo. Entonces desperté de mi
ensoñación. Me encontraba en el jardín donde la había visto por primera vez,
recostado en la hierba junto a Lamia. Estaba muy alterado, sentía que había
olvidado algo. Mis manos temblaban. Ella se acercó y me tranquilizó mientras
vertía dulces palabras en mi oído.<br />
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
De alguna forma, logré pasar otra noche en el castillo. Le
explicó al hospitalario anciano que me encontraba muy enfermo y que ella se
encargaría de cuidarme. Era cierto que sufría una enfermedad. No obstante, sería más correcto decir que había sido envenenado. Ella
era mi veneno, aunque yo no era consciente de ello. No me separé de ella en
toda la noche. Me acarició el cabello hasta que caí dormido como un retoño.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El ruido de una puerta al cerrarse me despertó. Lamia no
estaba en la cama. Me levanté y caminé por los solitarios pasillos repletos de
ojos. La oscuridad esta vez era absoluta e interminable al igual que un océano
de sombras. Podía escuchar los latidos de mi corazón retumbar en mis oídos como
un concierto de tambores. Mi respiración se aceleraba. La negrura pareció
vibrar y moverse, como las ondulaciones de un mar de terrores. Escuché una sola
lejana campanada, grave y triste como el llanto de una viuda. Al final de la
angustiosa oscuridad reconocí los rayos de la luna sobre el agua de la laguna.
Una fragancia pestilente inundaba el aire y todas las flores se habían
marchitado. Encontré allí a Lamia. Sus labios estaban teñidos con sangre
reluciente, sus ojos eran dos llamas ambarinas, sus cabellos de azabache
estaban erizados y la mitad inferior de su cuerpo era una enorme y escamosa
cola de serpiente. Me susurró que me acercara, que me daría placer y felicidad.
Me temblaban las rodillas y, paso a paso y con la mirada clavada en sus ojos de víbora, me fui acercando a ella. Colocó una
mano en mi hombro y con la otra sujetó mi cabeza. Sus uñas se clavaron en mi
carne hasta que comencé a sangrar y su cola envolvió mis piernas y las partió. Siseó unas últimas palabras y, de un
mordisco, trituró mi cuello.<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-79787496678037928672014-01-26T05:20:00.004-08:002014-02-15T06:27:59.678-08:00Concierto de esqueletos y letrasSe representa en el viejo teatro<br />
un terrible concierto de esqueletos.<br />
Del suelo nacen graves notas,<br />
se despiertan los trombones<br />
y al fuego caen los serafínes.<br />
<br />
Julieta muere en un altar<br />
y Dionisio arranca sus cabellos.<br />
De una lámpara cuelga una víbora,<br />
más reptil que humana,<br />
más viva que Capuleto.<br />
<br />
Brotan rosas del cielo,<br />
caen a la tierra lágrimas rojas<br />
que se cuelan por las grietas<br />
y se pierden en el abismo<br />
donde nadie podrá recogerlas.<br />
<br />
Ofelia declama a Ofelia,<br />
los espectros bailan alrededor<br />
de un ídolo de barro<br />
y los lirios aplauden<br />
ante la magnífica actuación<br />
del caótico verso.<br />
<br />
Las palabras matan el tiempo<br />
formando paradojas y alardeando de retórica.<br />
Demonios de ónice envenenan el aire,<br />
ilusiones y cantos de sirena reptan en los rincones<br />
y una dama de nieve se contonea en el escenario.<br />
<br />
Los labios del diablo susurran<br />
algo que nadie comprende.<br />
Besa a Lamia y confunde a Ondina,<br />
convoca a las náyades<br />
y llama a las aladas sílfides.<br />
Interpreta el papel de las brujas<br />
y, finalmente, vuelve a su ataúd.<br />
<br />
No hay rima en el verso<br />
ni música que el oído aprecie,<br />
solo los delirios de un joven príncipe<br />
que cree ver lo que no es posible ver.<br />
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-19779920766004191302013-11-12T11:34:00.001-08:002014-01-26T05:26:53.676-08:00Los muros y el ángelLos centinelas de madera custodiaban los lados del camino como fantasmas inmóviles y, posadas sobre ellos y sin emitir ningún ruido, dormían las lechuzas. Solo se escuchaban el lejano rumor de las aguas de un río, mis pisadas y mi respiración. La luna bañaba el bosque en una luz espectral que desvelaba cada rincón, cada sombra y cada terror nocturno que la imaginación pudiese crear. El perfume de la lluvia impregnaba el aire, y aún caían pequeñas y cristalinas gotas de mi sombrero. Toda la flora estaba muerta a pesar de la agobiante humedad, y lo único que de ella restaba eran flores marchitas y yerba gris.<br />
<div>
<br /></div>
<div>
Al final del camino encontré unos muros de entorno a cinco metros de altura, lisos y negros. Estaban construidos a partir de una única y gigantesca pieza de pórfido a la que el tiempo no había osado tocar. La yerba en el suelo dejaba de crecer a un metro de distancia del mismo, y no se podían ver en él ni una sola imperfección. Un profundo pesar me invadió al acercarme a ellos, y un sentimiento de tristeza y desesperanza se apoderaron de mi alma. Las fibras de mi cuerpo se sobrecogieron como si un espectro hubiese cruzado a través de mí, como si el invierno hubiera arrancado el aliento de mis pulmones. No se podía escuchar ningún sonido proveniente del otro lado, como si no hubiese nada en su interior o como si la población, tanto personas como animales, estuvieran de luto. Las nubes encapotaron el cielo y cubrieron la tierra con una mortaja, las estrellas se apagaron y, poco a poco, todo se sumió en oscuridad. El miedo pronto se apoderó de mi mente y, en la noche, los contornos y las formas del bosque se convirtieron en monstruos terribles provenientes de las fosas más profundas de mi imaginación.<br />
<br />
Escapé de la oscuridad y me refugié en la trémula luz de las antorchas que salpicaba las dos grandes puertas de ébano. Dos guardias con la nariz colorada y las mejillas muy rojas, sentados sobre unos taburetes y jugando a los dados, protegían la entrada a la ciudad. Ambos apestaban a alcohol y sudor y jugaban sin decir una palabra o hacer un gesto, observando fijamente el tablero. No me detuvieron, pero me advirtieron que lo único que iba a encontrar dentro era miseria y muerte. Tenían razón. Al otro lado, todo era desgracia. Las casas eran grises, pequeñas y de tejados planos, las personas vestían harapos y caminaban descalzos, y el silencio casi se podía respirar. Los enfermos y los tullidos, llenos de bultos y sin producir ni un murmullo, arrastraban sus pies de un lado a otro sin rumbo, contemplando la nada con llorosos y blancos ojos, perdidos en alguna fantasía. Un repulsivo olor a fósforo lo envolvía todo, casi tan desagradable como las manchas rojas en los rostros de la gente. Algunas personas, tal vez sanas, me observaban desde las ventanas de sus hogares, pálidos y temblorosos. Mi mirada se posó sobre una montaña de cadáveres y esqueletos que se encontraba en uno de los rincones de la fortificación. Unos estaban siendo comidos por los gusanos y a uno más reciente le devoraba el ojo izquierdo un enorme cuervo. Me dieron náuseas. El lugar en sí me daba náuseas.<br />
<br />
El posadero no pareció darle importancia a que pasara la noche allí, porque aceptó el dinero con rapidez. El hombre me miraba y parecía agradecido, pero no decía nada. Entonces apareció una mujer de baja estatura, macilenta y de cabellos rubios casi canosos, que me llevó hasta mi habitación. Ella resultaba ser la hija del posadero. Me explicó que su padre había perdido la lengua por orden del dueño de la ciudad, debido a que él había exigido que uno de los médicos privados atendiese la enfermedad de su mujer. También me dijo que se rumoreaba que la familia que dominaba el territorio y vivía dentro de los muros poseía una cura para todos los males e ,incluso, una pócima que concedía la vida eterna a quien la bebiera. Al parecer, el rumor comenzó a circular por los alrededores cuando una mujer de belleza exagerada entró en la casa de los propietarios, aunque nunca se la había vuelto a ver. Desde entonces, nobles y burgueses de todas partes comenzaron a acudir a las fiestas que la familia celebraba en su fastuoso palacio.<br />
<br />
El estruendo del viento y el agua golpeando las ventanas me despertaron. Abandoné la posada sin despedirme. En el exterior, una tempestad azotaba la tierra, los rayos atravesaban las nubes y los truenos crujían como lejanas campanas. El pueblo se había escondido de la tormenta en sus casas y los pocos que se atrevieron a salir de ellas anteriormente habían desaparecido. Algunos enfermos, de los que asumí que no tenían a nadie que los cuidase, decidieron permanecer en los rincones de las calles, mirando fijamente el cielo y, tal vez, esperando su muerte. Colocando una mano sobre mi sombrero para que el viento no se lo llevara, contemplé la residencia de la tan famosa familia. Era difícil no verla. Medía tanto como los muros que rodeaban la ciudad y estaba vallada, además, un modesto jardín se extendía hasta su entrada, formado por flores variopintas y hierba verde, la única flora viva que había visto desde que había llegado a la región. Dentro de la mansión también parecía existir la vida, porque cada ventana de las muchas que tenía estaba iluminada y se veían sombras moverse y bailar. Me pregunté por qué se habrían molestado en construir algo tan lujoso en un lugar que había sido maldecido.<br />
<br />
Me dirigí a los dos vigilantes en la entrada y les enseñé mi invitación, me abrieron las puertas y uno de ellos me escoltó hasta el interior del palacio. Una sirvienta me recibió y me dijo que esperase allí, que ella iba a avisar al anfitrión de que ya había llegado. La mansión era por dentro exactamente como me la había imaginado: un abismal contraste con el exterior. Del techo colgaba una lámpara de araña, de las paredes cuadros con marcos de oro y el suelo estaba cubierto con alfombras árabes. Los invitados vestían prendas de calidad, vestidos de seda y se tapaban la mitad del rostro con unas máscaras divertidas. Se entretenían bebiendo de sus copas de vino y cortejando a unas doncellas que podían ser sus hijas. Otros tomaban directamente de las botellas y jugaban a las cartas en una mesa en el rincón sin sus antifaces encima. Unos cuantos músicos que llevaban sombreros muy ridículos y de los que colgaban cascabeles tocaban la lira y cantaban poemas épicos en medio del salón, intentando armar el mayor jaleo posible y rodeados por todos. Yo estaba completamente de lugar. Después de todo, no había venido por la fiesta.<br />
<br />
Atravesé a la multitud y me acerqué a la puerta que daba al sótano, saqué la llave de mi bolsillo y me deslicé hacia dentro. Recordaba el camino, aunque no tuviese mucha perdida, y no necesitaba luces. La humedad se agravaba cuanto más bajaba y el olor a fósforo se hacía aun más intenso. Una sensación siniestra parecía provenir de los muros que cada vez se acercaban más a mí mientras bajaba los peldaños, tenía el corazón oprimido, y no recordaba tantas escaleras. Finalmente terminé el descenso, exhausto. Me encontré con una estancia grande, repleta de barriles y botellas de vino, iluminada por una antorcha solitaria. El sótano había sido utilizado como bodega, lo que explicaba que no hubiese telarañas y apenas polvo cuando habían celebrado semejantes fiestas. Abrí la pequeña puerta de madera y la cerré detrás de mí. Allí dentro resultaba incluso más difícil respirar y sentía como si mis pulmones estuviesen siendo aplastados. Por el suelo había sangre seca y unas plumas muy extrañas, que no pertenecían a ningún ave, que conducían a un punto, donde se reunía un charco de sangre fresca y brillante. Había planeado robar el remedio para curar todas las enfermedades y, si era cierto, probar yo un poco y conseguir la inmortalidad. La única razón por la que había venido a parar a esa maldita ciudad era para huir con la famosa pócima, habiendo tenido la suerte de haber trabajado como mayordomo para la familia unos años atrás, cuando esta ciudad era bella y sus gentes no morían en las calles como ratas. No podía robar el secreto, ¡porque era un ser humano!.<br />
<br />
Una mujer estaba crucificada en el medio de la habitación. Unas estacas de madera atravesaban sus muñecas, otras sus tobillos y una su garganta, clavándose en la cruz gigantesca que pendía del techo sujetada por cadenas. Su cuerpo tenía marcas de apaleamiento, y parecía que había sufrido cortes recientes en el vientre. No podía ver su rostro porque su pelo me lo impedía, pero dudaba que fuese agradable. Cuando di un paso en la estancia, la mujer levantó la cabeza como un resorte, las cadenas entrechocaron y de su garganta salió un gemido lastimero, discordante, como surgido de un abismo. Un escalofrío me recorrió la espalda. Iba a huir, pues sabía que aquel grito había alertado a los oídos más atentos, pero algo me hizo quedarme y liberarla, por muy imposible que aquello fuese un ser humano. Había algo en sus ojos que reconocí como lágrimas, tan puras y transparentes como las de un recién nacido. Cuando la rodeé para quitarle la estaca de la garganta vi en su espalda unos huesos plegados sobre sí mismos, sin carne que los cubriese, salir de su columna. Le quité la última y ella, por encima de mí, mirándome a los ojos murmuró algo que no pude entender. Entonces, el heredero de la familia entró por la puerta blasfemando junto a una bandada de sus criados. La mujer nos acusó con el dedo, y las plumas de la habitación se volvieron negras y de los huesos en su columna surgieron alas monstruosas. Batió las alas y la tierra tembló con un estrépito terrible, abriendo sus fauces con un amenazador rugido. Parpadeé un instante y tanto ella como la ciudad habían desaparecido. Lo único que sobrevivió a aquello fueron los muros de pórfido, yo y una pluma negra.<br />
<br />
<br />
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-11175598386565617602013-10-15T07:31:00.001-07:002013-10-16T06:46:16.297-07:00La muerte tiene nombre de mujer IIIEscucho en mi cabeza<br />
un cautivador susurro<br />
que vierte sobre mí<br />
un oscuro deseo.<br />
<br />
Veo en el inmenso lago<br />
dos glaucos ojos<br />
que suspendidos sobre él<br />
reflejan un reprimido<br />
y muy oscuro deseo.<br />
<br />
Contemplo la belleza<br />
de la auténtica deidad<br />
y caigo absorto y de rodillas<br />
ante el suicida deseo<br />
de osar amarla.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-4374873116570181422013-10-08T11:04:00.001-07:002013-10-08T11:04:22.539-07:00CatherineEra medianoche. Con una mano sujetaba el paraguas negro y, con la otra, un ramo de lirios blancos. El repiqueteo de las gotas de lluvia componía un triste y melancólico réquiem. La luna, inmensa y gris, observaba desde el seno del cielo estrellado; las criaturas nocturnas se despertaban entre horribles bostezos y gruñidos; los cuervos me escrutaban con sus brillantes ojos y desgarraban el silencio con sus graznidos. Contemplé la tumba una vez más y contuve un suspiro. Me incliné y coloqué lentamente las flores al pie de su lápida.<br />
<br />
Compré una casa en Verona y comencé una nueva vida allí. Aun en duelo, continué con mi labor de pintor. El lugar era ideal para la tarea: verdes colinas se elevaban del suelo, las abandonadas vías de un tren, las nevadas montañas a lo muy lejos, el cielo azul y adornado con pequeñas y coquetas nubes, y que a la hora del atardecer se volvía una hermosa e inmensa llamarada, y a la medianoche las estrellas iluminaban el tenebroso mosaico como miles de faros mientras las fugaces surcaban el oscuro océano. Sin embargo, mi arte estaba maldito, todo lo que pintaba se volvía una masa oleaginosa de terror.<br />
<br />
Mi suerte cambió cuando conocí a una mujer llamada Anastasia. Nos conocimos en una cafetería mientras yo leía el periódico. Se había sentado en la barra, a mi lado. Se le había olvidado la cartera y no podía pagar lo que había pedido, así que yo me ofrecí a pagarlo. Era una mujer joven, de piel morena, fina cintura y cabellos rubios, no obstante, lo que de verdad me cautivó fue el momento en que, sonrojada, se quitó el sombrero, me miró con sus muy verdes ojos y se disculpó. Ana estaba interesada en la pintura, y se emocionó mucho al escuchar que yo era un pintor. Le ofrecí venir a mi casa y contemplar mis obras, a lo que ella accedió gustosa. Tuve que enseñarle las pinturas más antiguas, de las primeras que había creado, y esconder las recientes. Cuando nos dimos cuenta ya había caído la noche, y cuando Anastasia iba a irse la retuve, me confesé y nos convertimos en amantes. A la mañana siguiente, me pidió que la dejara vivir junto a mi, y se decidió a ayudarme con mis cuadros.<br />
<br />
Era una persona gentil, humilde y algo ingenua, lo que hizo que la convivencia funcionase, a pesar de mi carácter. Sin embargo, Anastasia sufría una extraña fobia conocida como nictofobia o acluofobia. La había padecido con semejante intensidad entre los cinco y ocho años que había perdurado hasta su adultez. Esta fobia no era otra cosa que el miedo a la oscuridad. Ana me lo mencionó el primer día que dormimos juntos. En un primer momento no me importó, pero con el tiempo se convirtió en una verdadera molestia.<br />
<br />
Anastasia se había convencido de que posaría para mis cuadros, por mucho que yo intentase explicarle que no iba a funcionar. Yo me sentía muy incómodo de plasmarla en un lienzo, porque había oído que muchos pintores contrataban modelos para que posasen para ellos y, aunque no fuese así, sentía que la estaba utilizando. Además, cada vez que se ofrecía para la tarea sentía que ella se reía de mí, y puedo jurar que la escuché reírse, aunque sus labios no se hubiesen movido y ella lo negase. Era una risa amarga, orgullosa y muy irritante.<br />
<br />
Un día me acerqué, nervioso y con ambas manos en los bolsillos, a ella. Ana estaba escribiendo una carta cuando le pedí que se casara conmigo. Ella soltó la pluma y se tiró a mis brazos. Organizamos la boda lo antes posible, y cuando llegó el día ya no sabía si meter mis manos en los bolsillos o colocármelas en la cabeza. Ambos subimos al altar, observados por todos nuestros amigos y mis familiares. Cuando Anastasia dio el "sí", un fugaz recuerdo me cruzó la memoria y un sentimiento me oprimió el pecho. Miré los ojos de la que iba a ser mi esposa y dudé un instante, para decir, casi con la voz quebrada, "sí".<br />
<br />
A la mañana siguiente, Anastasia ya se había levantado y la oía preparar el desayuno en la cocina mientras yo me desadormilaba. Encontré, muy sorprendido, un hilo de cabello largísimo y tan negro como el azabache en el lugar de la cama en el que había dormido Anastasia. Estaba desconcertado, porque no podía ser de ninguno de los dos, y nadie había dormido antes en aquel mismo lecho. Me sacudí el recuerdo de nuevo, y lo dejé caer al suelo, tratando de olvidar el tema.<br />
<br />
Ya se había hecho la noche, y yo volvía a casa de una exposición de arte. Al entrar, encontré a mi esposa sumida en oscuridad, escribiendo sobre un papel tal vez alguno de sus fantásticos relatos. Rápidamente encendí una luz y me acerqué a ver si se encontraba bien. No noté nada extraño en ella: me enseñó la misma sonrisa cuando me vio, hizo las mismas muecas y habló con tranquilidad. No obstante, se negó a enseñarme lo que había escrito, y cuando subimos al dormitorio me retuvo de encender la pequeña vela que antes necesitaba para conciliar el sueño.<br />
<br />
Anastasia había salido al mercado mientras yo terminaba de darle los últimos retoques a una de mis obras. Me había quedado sin pintura, así que fui a buscar más. Me golpeé la cabeza contra una estantería, e hice caer una agenda que no había visto antes con el golpe. Al abrirla, encontré en la última página el papel que Ana no había querido que leyera."Maldición" estaba escrito en él, pero repetido unas sesenta o setenta veces. Escuché la puerta principal abrirse, y coloqué todo de vuelta en su lugar. Fui a darle la bienvenida, pero mis ojos se detuvieron en su pelo antes de decir palabra. Un mechón de su cabello era negro-¿Es una mecha?-pregunté, curioso y algo aterrado. Ella no respondió, y subió al dormitorio a escribir en un papel otra vez.<br />
<br />
Pasaron algunos días. La actitud de mi esposa había comenzado a cambiar. Se mostraba mucho más interesada en lo que yo hacía, utilizaba todo su tiempo en estar conmigo y requería mi presencia tan a menudo que resultaba posesiva. Había dejado de escribir, y parecía haberse vuelto más meticulosa, mucho menos torpe y más apasionada. Sin embargo, no solo su personalidad había cambiado. Cuando la vi dormir junto a mí, observé que sus manos se habían vuelto frágiles, su piel lánguida y blanca como la nieve, y su cabello se había tornado todo él negro. No era posible reconocerla. Cuando ella abrió los ojos en la oscuridad, completamente sosegada, un escalofrío recorrió mi cuerpo al comprobar que sus ojos eran negros. Me libré de su abrazo, di un salto fuera de la cama, bajé al piso inferior, cogí un abrigo y unas botas y huí en medio de la noche y el frío. Al darme la vuelta mientras corría, la observé aferrada contra la ventana con los ojos torcidos y con lágrimas surcando su rostro. También reconocí una mano en su hombro y una sombra que la envolvía y lo contemplaba todo.<br />
<br />
Por suerte, el abrigo que me había llevado tenía mi cartera en él, así que me compré algo de ropa y un vuelo de vuelta a París. Una vez allí, vi a lo lejos el cementerio, cerca de un pantano repleto de fuegos fatuos. El tiempo parecía haberse congelado desde la última vez que estuve allí: los cuervos seguían posados de los mismo postes, observando, amenazantes, el verano parecía no haber rozado el frío espectral que aquel lugar manaba y la luna se encontraba en la misma posición. Me armé de valor y abrí la tumba de mi anterior esposa. Sus huesos no estaban. Noté el aliento de alguien en mi hombro, y vi a Anastasia detrás mío, sosteniendo un cuchillo-¡Catherine!-exclamé, al reconocer a mi mujer, muerta hacía un año, bañada en luz de luna y sangre. Me clavó el cuchillo y ambos caímos en la tumba. Catherine me besaba el rostro mientras lloraba amargas lágrimas y yo me desangraba.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-34616275467710968182013-10-01T08:04:00.000-07:002013-10-08T01:56:45.102-07:00La muerte tiene nombre de mujer IIDe mi ventana unas oscuras alas se posan,<br />
su penumbroso batir perturba mi sueño,<br />
y un terrible graznido, finalmente, me despierta,<br />
y, calado en sudor y con los ojos torcidos,<br />
me incorporo y no veo nada.<br />
<br />
Las campanas anuncian con su grave gemido,<br />
como doce tristes y desgarradores sollozos,<br />
la nebulosa, sombría y penosa medianoche<br />
y, aterrado de los murmullos nocturnos,<br />
vuelvo a mi lecho.<br />
<br />
Son en vano mis esfuerzos por conciliar el sueño,<br />
mas una oscura presencia oprime mi pecho,<br />
y un tenebroso y dulce susurro que sisea<br />
un acaramelado y hermoso poema,<br />
acaricia mis oídos.<br />
<br />
Abro mis ojos una vez más y nada veo,<br />
mas siento una mano nívea, etérea y suave como seda,<br />
lánguida, frágil y huesuda,<br />
que acaricia mi rostro y mi cabello<br />
y que, poco a poco, cierra mis párpados.<br />
<br />
Caigo presa de un profundo sueño,<br />
contemplo la impenetrable oscuridad<br />
que a mi alrededor abunda,<br />
y soy atraído por un canto de sirena<br />
hacia un océano de sombras.<br />
<br />Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-30565373019962424852013-09-28T01:51:00.002-07:002013-09-28T01:51:37.070-07:00Noche de luto<div class="MsoNormal">
Noche de luto. Las nubes lloran, el cielo encapotado trata
de consolar a la viuda, que derrama lágrimas sobre el paño oscuro, apoyada en
el hombro del padre. Mujeres y hombres, todas como figuras negras y tristes,
danzan en melancolía alrededor de la maldita llorona, ofreciendo su pésame y
compartiendo un dolor fingido y hueco. El gentío deja intimidad a la
desgraciada, y por fin abandonan el cementerio. El padre besa la mejilla de su
hija, recién casada y recién viuda, que no tuvo ni tiempo ni fuerzas para
cambiar su vestido de novia, antes cándido y bello, y ahora gris y empapado. Un
conejito se le acerca, pálido por la luz, pero igual de blanco que su vestido
había sido alguna vez. Relaja su ceño por una vez, y las lágrimas desaparecen
poco a poco. Sus ojos centran su atención en el pequeño y redondo animal, que
tanto le recordaba a la inocencia que una vez ella tuvo, mientras disfrutaba de
su boda, junto a su hombre, subidos en el altar. Se inclina para acariciarlo y
el conejo huye, turbado por otra presencia. Aparece al lado de la tumba una
figura alta, que se ocultaba el rostro con un sombrero de amplias alas negras,
sujetando un paraguas no menos oscuro. Lanza una inocente mirada al sujeto, que
la atrapa con los brazos y le ofrece cobijo de la lluvia. Ambos dejan atrás la
tumba, y la maldita pronto se casará de nuevo, y pronto será viuda de nuevo.<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-87958816504002218992013-09-28T01:49:00.000-07:002013-09-28T01:49:50.843-07:00El Caos tiene la forma de una mariposa<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
Tan hermosa como una
mariposa, <o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
pero igual de dotada
con la fealdad.<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
Te anunciaste, grácil
y vaporosa,<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
para con tu volar,
invocar la tempestad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
Dos alas tienes,
negras como las tinieblas,<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
iguales a dos soles que
danzaran al atardecer.<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
Creaste un desastre,
hiciste temblar las aguas,<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
despertaste a las
alimañas al amanecer.<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
Igual que una Monarca
obrarías,<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
si no pudieras volar
al anochecer.<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
Si quisieras ¡oh
reina! los hundirías</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
en una profunda fosa
de soledad.<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-35121274904525868952013-09-28T01:46:00.002-07:002013-09-28T12:06:47.021-07:00Maldita maldición<div class="MsoNormal">
Donde ahora se erguía una ciudad antes existía un pueblucho
que, a pesar de su pobreza, era respetado e incluido en los mapas de
carreteras. El lugar en sí no era digno de mención, pero la noble familia que
allí residía sí lo era. El padre de la familia era generoso y poseía una
fortuna inmensa, que compartió de buena gana con sus vecinos. De este modo,
masas de personas acudieron al pueblo en busca del oro y la plata del señor,
que no importaba de regalar a cualquiera que besara su mano en una señal de lealtad.
El pueblo prosperó tanto que hasta las más famosas de las empresas
establecieron allí sus fábricas, y así el pueblito sin nombre pasó a ser una
gran ciudad, llamada Paris.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El gran señor que alzó el pueblo y le dio su nombre tenía
una hija. Era un hombre despreocupado y vivía feliz con lo que tenía, así que
no se preocupaba en absoluto por su descendencia y su escasez de herederos.
Ella se llamaba Aline. Era una chica muy tímida que apenas salía de casa, y
apenas alcanzaba los diez años de edad. Le gustaban los cuentos sobre
caballeros y princesas, donde se involucraban criaturas como las hadas y otras
mujeres hermosas “Un día serás igual de bella que ellas” le decía su padre. Ese
día nunca llegó. Con los diez años recién cumplidos, una asistenta encontró a
Aline sentada en su silla con la cabeza recostada sobre la mesa y un libro en
el vientre que goteaba sangre. La niña había sido violada y luego asesinada. Cuando
su padre cruzó sus ojos con los ausentes y azules de su hija muerta algo murió
en su cabeza, y todos los sentimientos afables que lo caracterizaban se
convirtieron en ira, rencor y en una de las peores maldiciones que se pudieran
formular. Con la sangre de la hija en sus manos, este levantó un dedo y maldijo
a la ciudad entera que lo había traicionado y había asesinado a su hija. El padre
se suicidó, y Paris quedó maldita por siempre. Paris entera escupió en esa
maldición y la olvidó.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Una chica diferente, sin embargo, que vivía la misma ciudad,
viajaba a la escuela de la mano de sus padres, que la balanceaban entre
sonrisas. Era una niña muy alegre, pero no se le daba bien relacionarse con los
demás, y no tenía apenas amigos. Así pasó la mañana rodeada de sus compañeros
de clase, que eran nada más que extraños para ella (hasta hablaba más con sus
profesores, y eso cuando abría la boca para pronunciar algo que no fuera un
suspiro). El padre la recibió a la salida de la escuela con un abrazo, y de la
mano se volvieron para casa. Cuando llegaron, la madre ya tenía lista la
comida, y pidió a su hija que se lavara las manos “Si no te lavas bien las
manos te saldrán granos en ellas” le decía su padre. Todos se reunieron a la
mesa. Cuando encendieron la televisión, escucharon de las recientes muertes de
niñas por toda la ciudad. Los padres apagaron la televisión, y la familia no
quiso saber más sobre ello.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Al siguiente día, cuando su madre la llevaba hacia su
escuela como rutina, un hombre apareció y derribó a su madre, dejándola
inconsciente en el suelo</div>
<div class="MsoNormal">
-¿Te llamas Aline?-preguntó rápidamente el desconocido, que
no parecía ser muy inteligente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Ella no respondió. El hombre arrastró a Aline por entre una
multitud de gente que la miraban con desprecio. Algunos se movían incómodos,
otros parecían ansiosos, y algunos sonreían, pero sobre todo, hablaban, y no
dejaban de hablar, cuchicheaban entre ellos palabras que se perdían en el gentío, un
sinfín de siseos y sonidos ininteligibles. De repente, Aline se quedó ciega, y
notó que subía unas escaleras<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
-¡Oh, gran señor y fundador de nuestra preciada ciudad! ¡Te
rogamos perdón y te entregamos a la niña en muestra de agradecimiento y fidelidad!-Aline
sintió el acero en su cuello, y un extraño cosquilleo invadió su cabeza. Sintió
el corte en el cuello y el chorro caliente de sangre manar de él. En sus oídos
se escuchaban sonidos difusos de gritos parecidos al júbilo y la exaltación,
seguidos de muchos murmullos. Por último escuchó un grito de horror “Mamá”
pensó. En cuanto no la sujetaron se cayó al suelo para ahogarse en su propia
sangre mientras sostenía una terrible maldición en sus labios.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-61657510394819993932013-09-28T01:33:00.005-07:002013-09-28T01:33:54.101-07:00Camino hacia el purgatorio<div class="MsoNormal">
Abrí los ojos junto a un lago. Sus aguas eran más negras que
la mismísima oscuridad que rodeaba todo a mi entorno, y ambas parecían no tener
un fin. Una luz enfermiza, blanca o gris, iluminaba mis cercanías, y disipaba la
oscuridad a mi paso. La yerba alrededor del lago estaba muerta y seca, tan
oscura como el carbón, solo que mucho más fría y vacía al tacto, y ningún
viento la movía. Comencé a caminar, pero pronto tuve que detenerme. No había
nada al otro lado, solo un precipicio hondo y aterrador. Un trozo de tierra
apareció del vacío y se colocó con el suelo a mis pies como piezas de un
rompecabezas, y así continuó ocurriendo siempre que daba un paso. Hacia donde
yo caminaba, siempre recto, el camino se alzaba desde debajo de los abismos
para que yo pudiera avanzar sin problemas. Si miraba adelante solo veía
oscuridad, me sentía como un ciego sin su lázaro, así que decidí mirar hacia
abajo todo el tiempo que caminara, observando con cuidado cómo los trozos de
suelo encajaban unos con otros. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Una pradera de flores blancas sobre hierba grisácea se alzó
en redondo a mi caminar. Eran muchas, incontables azucenas preciosas, bañadas
en un rocío espectral en tensión absoluta que las hacía brillar como si la
lluvia hubiera sido reciente y los rayos de un sol imperceptible les sacasen
destellos de belleza. Me agaché, y picado por la destructiva curiosidad humana,
arranqué una de ellas. Un chillido muy agudo, discorde, que rasgaba el sonido
como unas uñas arañando mis oídos se extendió en un eco casi palpable, y poco a
poco se convirtió en susurros siseantes que se distorsionaban con otros rumores
lejanos. La flor se marchitó y se retorció en mi mano, ennegrecida y hecha
jirones sobre sí misma. Una grave culpa me invadió al tirar la flor de nuevo contra
el suelo. No tenía ni la menor idea de lo que había hecho, aunque luego lo entendería,
muy a mi pesar. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El camino se me mostró antes de que yo pudiera caminar lo
suficiente, y al final de él me esperaban unas puertas tenebrosas e inmensamente
grandes. Di un paso cauto, y sin darme cuenta ya estaba junto a las puertas, a
pocos metros de ellas. Una figura blanca, a diferencia de todo lo demás en
aquel espacio indefinido y a semejanza de los lirios que antes había visto,
apoyaba su espalda contra las grandes puertas. Por algún motivo, me sorprendió
ver que llevase ropa encima. Llevaba una capa nívea ajustada al cuello que le
caía hasta los pies, y un sombrero de copa negro, muy alto y abombado. De entre
las sombras que las alas del sombrero proyectaban en su rostro vi ojos felices,
graciosos, y cuando inclinó la cabeza para saludarme también sus labios
sonreían. Los labios se abrieron y su dentadura entera sonrió de una forma que
me causó un terrible escalofrío. Cuando observé su rostro con cuidado, me di
cuenta que llevaba una máscara.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
El desconocido dio un leve golpe a la puerta, que en
realidad sonó como un fuerte estruendo, hueco, como si al otro lado no hubiera
nada más que vacío, y eso temía yo. Ambas puertas se abrieron en silencio, como
dos fantasmas al caminar. Al otro lado solo había oscuridad. Las piernas me
temblaban a cada paso, y solo quedaban tres para entrar. Uno, dos, tres… las
puertas se cerraron tras de mí y me vi otra vez rodeado de azucenas, pero todas
muertas y retorcidas, esparcidas unas sobre otras por el suelo, tan negras como
el azabache. Las flores gemían de un sufrimiento indescriptible, y murmuraban
palabras ininteligibles que parecían maldiciones resignadas. Allí permanecí, por
toda una eternidad, derramando lágrimas que no podía derramar, como una flor
más, tan marchita y triste como las otras, orando para que llegase mi turno de
abandonar el purgatorio.<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-36462928095401360752013-09-28T01:19:00.000-07:002013-09-28T01:19:00.806-07:00La caída de la ciudad roja<div class="MsoNormal">
En el cielo solo quedaba el rojo recuerdo del sol, que teñía
todo del mismo. Hacía frío, y mi respiración se convertía en pequeñas volutas
de espeso humo blanco; parecía tan real que no podía evitar comprobarlo, sin
embargo, siempre se desvanecía. Yo caminaba envuelto en la completa oscuridad,
porque el sol solo parecía haber iluminado el cielo, y yo no era capaz de ver
lo que tenía delante, ni lo que tenía a mi alrededor tampoco. Tal vez porque no
había nada delante, tal vez porque no había nada detrás. No tuve fuerzas de
pararme y mirar atrás. Solo seguí caminando, sin rumbo alguno, sin esperanza de
encontrar nada. Caminé y caminé mientras el suelo se iba formando a cada paso
que daba guiándome a ningún lugar. Eso era todo lo que podía hacer. Si miraba
hacia atrás mi cuello se rompería y no sabría cómo devolverlo a su lugar.
Continuaría mi camino hacia ningún lugar con la cabeza agachada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Me golpeé la cabeza contra algo muy duro y, temiendo la
posibilidad de que un basilisco me engullera (lo creí hasta tal punto que me
pareció llegar a desearlo), levanté la vista para identificarlo. Era un muro
rojo. Parecía como si me hubiera topado con una ciudad. Lo primero que pensé en
hacer fue seguir mi camino, rodear la muralla y continuar el viaje a ninguna
parte, pero los gritos, los murmullos y la luz me llamaron la atención, y al
final, decidí entrar. La ciudad estaba muerta. Lo único que había eran casas
consumidas por el fuego y cadáveres. Sin embargo, una gran multitud se había
juntado en el centro de la misma, alrededor de un hombre subido encima de una
cruz de madera enorme y astillada. No tenía rostro, vestía de blanco, llevaba
un sombrero y un ataúd negro en la espalda. El cielo se reflejaba en la ciudad
como un torrente carmesí. Las gentes estaban bañadas por esta luz, haciendo que
todos parecieran los mismos, hombres, mujeres, niños y ancianos. El hombre
blanco alzó sus brazos con fuerza y dijo estas palabras:</div>
<div class="MsoNormal">
-¡Todos recen a sus dioses, porque se reunirán con ellos!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
La tierra abrió sus espantosas fauces lentamente como si
acabara de despertarse de un sueño, y una tras otra las personas fueron
lanzándose al vacío. Observé cómo la tierra se tragaba la ciudad y luego
cerraba su boca, satisfecha. Todo lo que siguió a esto fue Caos. La luna devoró
las estrellas y los monstruos se despertaron entre terribles gruñidos y
suspiros; calaveras emergían del lodo a mis pies, las había de todas clases,
pero las humanas abundaban; las cascadas, que llevaban un fluido oleaginoso y
rojo en vez de agua, caían desde el cielo, bañándome en lo que creía que era
una sangre seca y muerta hacía siglos; unas ensombrecidas columnas de pérfido
se alzaron del barro, todas retorcidas y distorsionadas, como si la realidad
estuviera fuera de quicio. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Continué mi camino, sin saber muy bien si caminaba
por la tierra o el cielo. Esa fue la trigésimo séptima ciudad que vi caer. <o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-14967196566486134102013-09-28T00:56:00.002-07:002013-09-28T00:56:51.496-07:00Carnaval ardiente<div class="MsoNormal">
El otoño arrastra un carnaval de hojas carmesí. El viento
mece su caída desde una rama hasta el suelo, haciéndolas voltear, derecha e
izquierda, en una danza sin parejas. A cada paso de la estación, el suelo es
cambiado por miles de ellas que dieron fin a su baile, de todos los colores que
puede ofrecer la estación: rojos, amarillos y naranjas. “La danza del fuego” es
llamada por los habitantes que viven en este particular bosque. A cada lado del
camino hay árboles majestuosos, todos teñidos a la moda que se ha dictado. En
la copa de los árboles las ramas ceden y las hojas caen. Los rayos de luz,
tímidos, atraviesan el techo, que poco a poco se disipa, dejando caer bucles de
luz a un lado y otro del camino mientras las hojas danzan arropadas en luz, o
desnudas en la sombra. Los afortunados habitantes saben que deben acudir para
presenciar algo tan hermoso. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Los desgraciados habitantes conocen del peligro de la noche,
y se esconden para no presenciar algo tan horrible. La noche devora el día, y
la luna salpica con sangre el cielo. Un cuervo se posa sobre la rama de un
árbol, y con su graznido las hojas tiemblan, con su mirada el viento se agita y
grita, y los lagos y riachuelos se congelan cuando sus alas extiende. Las hojas
se mantienen en sus ramas, sollozando en silencio y orando porque el sol no las
haya abandonado para siempre. Llegan más cuervos. Todos se congregan en la copa
de los árboles. La luna baña la noche con su luz, y el sendero de árboles se
prende en matices rojizos, como un magenta vago. <o:p></o:p></div>
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Las hojas caídas se quiebran en un chirrido espeluznante y
aterrador cuando son aplastadas por las pisadas de un desconocido. Soporta una
capa en sus hombros, y arrastra consigo unas cadenas alrededor de su cuello y
entrelazadas en los brazos. A pesar de ello, sus pasos son tan ágiles como los
de una bailarina. Cada movimiento resulta en un gemido que las hojas emiten al
sentir el frío de las cadenas. Una risa amarga impera en el bosque. Los cuervos
observan fijamente al bailarín, con sus ojos rojos clavados en la danza, sin
emitir ningún ruido. Del suelo aparecen llamas frías, verdosas y azules.
Vagamente tratan de seguir el paso del desconocido, y se limitan a dar vueltas
y giros alrededor de él. El bosque cae en una melancolía absoluta, y un coro de
sollozos, palabras ininteligibles, maldiciones, oraciones y tristes cantos
acompañan el baile. El hombre tararea una canción lejana. Da un paso, otro, y
las cadenas se agitan, las hojas chillan y los cuervos graznan. Alza los brazos
con el penumbroso sonido del entrechocar dos objetos metálicos y las llamas se
apagan, volviendo a la tierra a sus pies. De esta vuelven a salir llamas, pero
estas, rojas, naranjas e incontrolables, hacen arder a todo con lo que
encuentran a su paso. Los chillidos se vuelven más dolorosos y profundos, se
escuchan con más claridad; la amarga risa desconoce ya de qué se ríe, sin
embargo, se encuentra tan absorta en la locura y el Caos y es tan estrepitosa y
aterradora, que ya no necesita una razón; los cuervos graznan y ,ahora, las
hojas bailan a su alrededor, en oscuridad y llamas. Forman un círculo negro y
rojo, y el bosque entero se enciende creando un infierno semejante al Hado. Se formó el carnaval ardiente y se
extendió de copa en copa. Los cuervos se unieron al baile, y entre sus gritos
giraron entorno al desconocido. De pronto, todo se detiene, cae el
silencio y el Caos se esconde, los cuervos envuelven al hombre, y este
desaparece en plumas negras. Donde antes estaban las aves, ahora solo caen sus
plumas al suelo. Los fuegos se apagan como alguien que aplasta la pequeña llama
de una vela. La luna hace su reverencia y el sol aparece, poco a poco, en su
lugar. Cuando los habitantes salen de sus casas, aterrados por lo que haya
pasado, lo único que son capaces de encontrar fuera de lugar son plumas negras
donde antes había hojas.<o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-32814228839218108282013-09-27T13:27:00.000-07:002013-09-27T13:30:30.042-07:00La muerte tiene nombre de mujer Una vez soñé<br />
que un cuervo<br />
me arrancaba un ojo,<br />
eras tú, sin embargo,<br />
que me besaba el rostro.<br />
<br />
Una vez soñé<br />
que mi cuello<br />
de una cuerda colgaba,<br />
eras tú, sin embargo,<br />
que en un abrazo<br />
te entregabas.<br />
<br />
Una vez soñé<br />
que mi mente<br />
fuera de quicio estaba<br />
eras tú, sin embargo,<br />
que susurraba<br />
en mi oído.<br />
<br />
Una vez morí<br />
y aquella vez,<br />
fue la vez<br />
que te conocí.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5326522233643300045.post-71445529024394776222012-10-16T04:06:00.001-07:002012-10-16T04:07:16.531-07:00VejezDe joven correr.<br />
De grande caminar,<br />
mas no poder<br />
ni imaginar,<br />
el horrible final<br />
al que me va a llevar,<br />
esta enorme espiral.<br />
<br />
No hay corazón<br />
que libre pueda estar<br />
con una mente en decepción,<br />
ni correr, ni caminar,<br />
para ti, solo observar.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/08940994674577264858noreply@blogger.com0